¿Por qué las ciudades son el futuro de la agricultura?

El futuro alimentario parece sombrío por no decir apocalíptico para muchas culturas, esto se debe al impacto de la humanidad en el medio ambiente que ha dejado estragos en la tierra, si el desgaste de la capa de ozono sigue por el mismo camino tendremos un mundo más cálido, con inundaciones sumamente fuertes, sequías intensas y tormentas impredecibles sin importar la temporada.

No es de extrañar que el tema del Día Mundial de la Alimentación en los últimos años sea: «El clima está cambiando incidiendo en las necesidades agrícolas mundiales”, a medida que nuestro sistema evoluciona y se dobla bajo su propio peso estamos perdiendo a cientos de agricultores.

Sólo en los Estados Unidos el 2% de la población está involucrada en la agricultura, lo alarmante del caso es que el 60% de los agricultores tienen más de 58 años por lo tanto su vida productiva se reduce al igual que el impacto agrícola, además estamos experimentando una dramática migración de las zonas rurales y según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el 2050 alrededor de 6.500 millones de personas vivirán en ciudades, siendo el doble de las estadísticas actuales.

Aquello que se encuentran apoyando la innovación agrícola simplemente deben adentrarse en los vientos de cambio, donde la ciudad tiene un tremendo potencial para ser una solución sostenible, después de todo la domesticación de las plantas dio lugar a los primeros asentamientos humanos ya que nuestras ciudades originales estaban literalmente arraigadas en la agricultura.

Desde entonces la vida citadina se ha separado completamente de la agricultura y los urbanitas se han desconectado de sus fuentes de alimento en un 90%, pero al reintegrar las cosechas en la ciudad seremos capaces de cerrar este círculo, la agricultura urbana no sólo podría alimentar a las generaciones futuras, sino también crear atractivos empleos de tecnología para las oleadas de nuevos «inmigrantes» que las ciudades de todo el mundo verán en los próximos años.

Los detractores de la agricultura urbana a menudo se apresuran señalando que el potencial de producción de las granjas citadinas es mínimo e insignificante, pero esta es una perspectiva sumamente radical, existen dos funciones principales que abarca la agricultura urbana una es la producción real de alimentos y la segunda beneficiar a la sociedad mediante reducción de costos y traslados.

Por otro lado estudios recientes han hecho predicciones refiriendo que la agricultura en ciudades con alta tecnología representará por lo menos el 30% o 40% de la dieta de una persona, dentro de unos años será totalmente normal ver paradas agrícolas, jardines escolares y fundaciones para educación alimentaria.

Por supuesto no podemos esperar que un huerto comunitario tenga la misma capacidad de producción que una granja de monocultivos convencional o vertical con múltiples capas, pero esto no significa que el jardín comunitario no tenga un verdadero valor ya que la cantidad de calorías que produce no debe ser la única métrica de medición.

En cambio necesitamos una renovada apreciación de los innumerables beneficios de cultivar alimentos en la ciudad, estos van desde el efecto curativo presenciando la transformación de sus plantas, a los beneficios físicos que consigue un estudiante en un jardín de la escuela mientras observa que las lecciones del aula cobran vida en un huerto urbano.

Muchos pensarán que esta es una idea nueva, pero durante la Segunda Guerra Mundial los jardines de la victoria fueron plantados en residencias privadas y parques públicos para aumentar el suministro de alimentos, esa tradición continúa con algunos pioneros estadounidenses que también dan poder a las comunidades plantando jardines hermosos y desafiantes en lotes abandonados, medianas de tráfico y espacios olvidados.

Incluso se han creado fundaciones en Europa sin fines de lucro para la agricultura urbana, donde enseñan a los ciudadanos como cultivar sus alimentos en barrios que son esencialmente desiertos alimentarios que no tienen funcionalidad alguna.

También se han creado granjas en laboratorios reducidos ideando condiciones específicas denominadas “recetas climáticas”, para producir plantas con cualidades únicas de color, tamaño, textura, sabor y densidad de nutrientes, por ejemplo, un pimiento cultivado en un laboratorio podría tener las mismas características de una cosechado en Centroamérica por métodos tradicionales.

Al mismo tiempo los aumentos tecnológicos en la agricultura urbana están atrayendo científicos a la innovación de biotecnología orgánica incorporando granjas verticales, circuitos agrícolas inteligentes, cultivos apoyados en iluminación LED y uso de inoculantes agrícolas con base en bacterias no patógenos para mejorar el crecimiento y nutrición de las plantas.

Las iniciativas de agricultura abierta cada día van en aumento y un ejemplo es la creación de “la computadora alimenticia», elaborada con tecnología aeropónica, usa una red de sensores para monitorear el agua, nutrientes y carbono proporcionando óptimas longitudes de onda de luz no sólo para la fotosíntesis sino para cambiar el sabor, a su vez permite crear climas que producen fresas más dulces o lechugas más crujientes.

Mientras apoyemos la tecnología agrícola y traslademos la agricultura a nuestras ciudades tendremos acceso a alimentos más frescos y nutritivos, a la vez se reducirán los costos, desperdicios y deterioro en general.

No Comments

Post A Comment